¿Cuál es la dirección que active nuestro GPS para llevarnos a nuestro destino creativo? © Boston 2010
¿Dónde habitan las musas?
Cuando se presentan sin avisar, uno les abre la puerta y las deja pasar. Igual, les sacamos un té con pastitas -en bandeja de plata- y a la mañana siguiente, nos encontramos el escritorio de nuestro ordenador preñado de archivos nuevos; ideas impacientes que parpadean a la espera de un desarrollo posterior.
Una manera pasiva de recibir la inspiración, que no siempre se presenta en situaciones de tanta comodidad, como cabe esperar. Si queremos provocar un estado de apertura donde la imaginación sacie nuestras ansias de hallar la perfecta sinopsis, seguramente tengamos que salir, nosotros, en busca de éstas esquivas y fértiles musas. Aquí, nos asaltará la duda de cuál es la dirección que active nuestro GPS para llevarnos sin contratiempo alguno, y en la mayor brevedad posible a nuestro destino tan deseado.
Pues bien, nuestra duda no despeja la nada sencilla ecuación que resuelve el misterio de un debutante enfrentándose con herramientas limitadas, y generalmente en soledad, a su primer trabajo audiovisual: el cortometraje. Más bien contribuye a un estado de confusión, y bloqueo inicial. A mí me gusta pensar, que las musas habitan en el mundo de las posibilidades... Amplio, y a la vez cercano. Es decir, si uno mira a su alrededor y a poco observador que sea, veremos que nuestro entorno está plagado de material suficiente que estimulen el germen de un futuro guión: Desde una frase captada al vuelo, una noticia que nos llama la atención, el armario desordenado, un rostro inquietante que nos cruzamos por la calle, o la nevera tanto llena, como vacía...
Quizá lo más importante es la pasión que nos provoque, un sentimiento pleno que se mantenga a lo largo de todo el proceso, es como si la idea tuviese como función activar todos nuestros sentidos y concentrarlos en la ardua tarea de la ¨creación¨. Por ese motivo, todo será mucho más fácil si partimos de una buena esquirla que se clave de lleno en nuestro corazón. Puede parecer un tanto romántico, pero en cada etapa surgen complicaciones, y momentos de crisis en los cuales la tentación de abandonar se sienta en el sofá, esperando a que le sirvan el té. Una buena dosis de amor, siempre nos hará más llevadera la paciencia, y la constancia; con la experiencia llega la técnica depurada, pero no conozco a nadie que se dedique al arte hueco de emoción. Podríamos pasar horas teorizando, pero lo que empuja al niño pequeño a colorear las paredes de su habitación con tanta decisión, no tiene que ver con palabra alguna, es un acto libre de expresión. ¡Pinta, luego pinto!
Vamos a escudriñar, paso a paso, en diferentes posts los temas principales que ordenen nuestra capacidad de contar historias, y narrarlas a través de imágenes en movimiento. Los temas a seguir serán: la idea, el guión, el equipo, la producción, rodaje, postproducción, exhibición y estreno. Teniendo en cuenta, que en cada apartado se nos abrirán nuevas puertas a las que llamar, como en estos momentos nos encontramos en el portal de un edificio de protección oficial, llamamos al telefonillo y nos responde nuestra querida musa. Algo cansada, y con tono melancólico nos invita a subir. Parece que no se ha equivocado el GPS esta vez, ahora veremos si nos entendemos con ella, y hablamos el mismo idioma. Con intriga, ya dentro del ascensor marcamos el octavo piso, y nos damos cuenta de que no llevamos ni bolígrafo ni cuaderno... Nos ha pillado desprevenidos, pero de cómo estar preparados para nuestro encuentro será algo de lo que nos ocuparemos la próxima vez.
© Eva Pallarés 2010
¿Dónde habitan las musas?
Cuando se presentan sin avisar, uno les abre la puerta y las deja pasar. Igual, les sacamos un té con pastitas -en bandeja de plata- y a la mañana siguiente, nos encontramos el escritorio de nuestro ordenador preñado de archivos nuevos; ideas impacientes que parpadean a la espera de un desarrollo posterior.
Una manera pasiva de recibir la inspiración, que no siempre se presenta en situaciones de tanta comodidad, como cabe esperar. Si queremos provocar un estado de apertura donde la imaginación sacie nuestras ansias de hallar la perfecta sinopsis, seguramente tengamos que salir, nosotros, en busca de éstas esquivas y fértiles musas. Aquí, nos asaltará la duda de cuál es la dirección que active nuestro GPS para llevarnos sin contratiempo alguno, y en la mayor brevedad posible a nuestro destino tan deseado.
Pues bien, nuestra duda no despeja la nada sencilla ecuación que resuelve el misterio de un debutante enfrentándose con herramientas limitadas, y generalmente en soledad, a su primer trabajo audiovisual: el cortometraje. Más bien contribuye a un estado de confusión, y bloqueo inicial. A mí me gusta pensar, que las musas habitan en el mundo de las posibilidades... Amplio, y a la vez cercano. Es decir, si uno mira a su alrededor y a poco observador que sea, veremos que nuestro entorno está plagado de material suficiente que estimulen el germen de un futuro guión: Desde una frase captada al vuelo, una noticia que nos llama la atención, el armario desordenado, un rostro inquietante que nos cruzamos por la calle, o la nevera tanto llena, como vacía...
Quizá lo más importante es la pasión que nos provoque, un sentimiento pleno que se mantenga a lo largo de todo el proceso, es como si la idea tuviese como función activar todos nuestros sentidos y concentrarlos en la ardua tarea de la ¨creación¨. Por ese motivo, todo será mucho más fácil si partimos de una buena esquirla que se clave de lleno en nuestro corazón. Puede parecer un tanto romántico, pero en cada etapa surgen complicaciones, y momentos de crisis en los cuales la tentación de abandonar se sienta en el sofá, esperando a que le sirvan el té. Una buena dosis de amor, siempre nos hará más llevadera la paciencia, y la constancia; con la experiencia llega la técnica depurada, pero no conozco a nadie que se dedique al arte hueco de emoción. Podríamos pasar horas teorizando, pero lo que empuja al niño pequeño a colorear las paredes de su habitación con tanta decisión, no tiene que ver con palabra alguna, es un acto libre de expresión. ¡Pinta, luego pinto!
Vamos a escudriñar, paso a paso, en diferentes posts los temas principales que ordenen nuestra capacidad de contar historias, y narrarlas a través de imágenes en movimiento. Los temas a seguir serán: la idea, el guión, el equipo, la producción, rodaje, postproducción, exhibición y estreno. Teniendo en cuenta, que en cada apartado se nos abrirán nuevas puertas a las que llamar, como en estos momentos nos encontramos en el portal de un edificio de protección oficial, llamamos al telefonillo y nos responde nuestra querida musa. Algo cansada, y con tono melancólico nos invita a subir. Parece que no se ha equivocado el GPS esta vez, ahora veremos si nos entendemos con ella, y hablamos el mismo idioma. Con intriga, ya dentro del ascensor marcamos el octavo piso, y nos damos cuenta de que no llevamos ni bolígrafo ni cuaderno... Nos ha pillado desprevenidos, pero de cómo estar preparados para nuestro encuentro será algo de lo que nos ocuparemos la próxima vez.
© Eva Pallarés 2010
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